sábado, 18 de febrero de 2012

Una causa de violencia que hunde sus raíces en la niñez...

Actualmente estoy leyendo el libro que un amigo puso en mis manos y me recomendó leer: "Schmerzgrenze: Vom Ursprung alltäglicher und globaler Gewalt" = el límite del dolor: del origen de la violencia cotidiana y global, esto es, mundial, internacional.

El autor, Joachim Bauer, conocidísimo (en Alemania, al menos) neurobiólogo alemán (a quien tuve la oportunidad de conocer personalmente en un Congreso, hace algunos años), hace ver que:

Quien -especialmente durante su niñez y los años de su formación- no tiene, con las personas a su alrededor, experiencias que lo lleven a formar confianza, o bien que están ellas mismas en stress, en las que no se puede confiar (unzuverlässig) o imprevisibles (en el sentido de unberechenbar), aprende desde temprano a que no puede comprometerse demasiado (einlassen) con otros.

Estas personas se desarrollan de acuerdo a lo que los psicólogos denominan "compromiso (de tipo) ambivalente" (en alemán, ambivalenter Bindungsstil), que se traduce en un vacilar entre la atracción y el rechazo frente a las otras personas. o bien, de acuerdo a una forma de ser que rechaza el compromiso (vermeidender Bindungsstil) y que se traduce en que se confíe tan sólo en las propias fuerzas y no quiere depender de otros.

Quien, a raíz de experiencias hirientes vividas durante la niñez, no puede sentir apego (Verbundenheit) hacia otros seres humanos, siendo ya adulto tendrá más fácilmente el sentimiento de ser es rechazado o despreciado, en situaciones cotidianas (p. 69). Ella o él tendrán, con mucha frecuencia, la sensación de ser rechazado/a. En estas personas, el límite del dolor es fácilmente alcanzable y, en consecuancia, aumenta el riesgo de una reacción agresiva.

Personas con un trastorno del apego (Bindung) no son raros. Personas con apego ambivalente o rechazo al mismo es algo que está muy extendido en los países de Occidente (*). Así se "protegen" de sufrir nuevas decepciones.


Personas con este trastorno viven en un dilema permanente: por una parte, sienten su soledad y tienen el anhelo de obtener afecto y compenetración; pero, por otra parte, frente a los otros, sienten un barrera invisible frente a otras personas. Que esta es una barrera invisible causada por esta forma de comportarse, es algo de lo que ellos no se dan cuenta. Por el contrario, ellos tienen la sensación de que los demás los rechazan, incluso su propia pareja. Todos los implicados se hallan ante un problema de difícil solución, campo propicio para la violencia dentro de la familia (p. 70).

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(*) Por Occidente, se entiendo, en Alemania, en el mejor de los casos, Europa, los EEUU, Australia y Nueva Zelanda.