martes, 16 de diciembre de 2008

Un poco de Kant y un llamado a inculcar el respeto en la educación


Me he propuesto reactivar este blog... en la medida de lo posible que es tanto como decir: lo que alcance. No quiero que se convierta en Historias de Alemania un común y corriente; pero me parece que -después de un periodo de estudio de informes y de estadísticas- volveré a escribir un poco más mi opinión personal, por decirlo de alguna manera.

Hace algún tiempo tuve que esperar en un colegio de Bad Godesberg -del que escribí en Aprendizaje en el colegio del futuro- para hablar con el director y me reconforté leyendo, en le historia del colegio, el relato del primero de su... podríamos decir cofundador, primer director y primer propietario (invirtió su dinero en un proyecto que parecía bastante descabellado ya entonces- acerca de los primeros años.

El colegio empezó como un internado para niños hombres y... como se pueden imaginar, muchos de ellos o la mayoría, de familia acaudalada.

Él explicaba que había que inculcar a los estudiantes las normas de convivencia entre ellos mismos.

De manera -decía- que ninguno de ello tuviera las maneras de un Junker, esto es un terrateniente del Este del Elba (que parece que eran terribles) y que no trataran a los demás (incluidos o sobre todo, a los otros alumnos) como si fueran "chicos del servicio".

Cuánta falta hace inculcar a los jóvenes de hoy otro comportamiento frente a sus co-estudiantes. Y, a muchos hombres y mujeres ya adultos, hacerles ver que no estamos precisamente en una sociedad feudal-estamentaria, que todos somos iguales y, por favor, aprendan a tratar a los demás de igual a igual. Esto es, bien y con respeto. De acuerdo a la máxima kantiana... cómo era: trata a los demás como te deberían tratar a ti mismo.


4 comentarios:

Hilda dijo...

Oye Marta, yo no pienso que Historias de Alemania sea comun y corriente, a mí me gusta mucho y lo veo muy interesante.

Hace poco me disculpé con un alumno por "x" situación y poco después el alumno amenazaba a un profesor diciendole: "hagame caso no vaya a terminar disculpándose como la de biología" Obviamente me puse parejo al chamaco, una cosa era que yo reconociera "x" error y otra que viera mi disculpa como humillación y ejemplo para amenazar a otros maestros. Lo terrible es que al avisarsele a su papá de este y otros hechos, me preguntaba el porqué veía las palabras de su hijo como falta de respeto????? para mí inconcebible.
Yo veo ahora los dictadores, los que discriminan, etc. y pienso que seguro tuvieron padres como el de mi alumno que les enseñan a sus hijos a estar por encima de los demás.
Y no saben que error cometen, bien lo has dicho, tratemos a los demás como quisiesemos que nos tratasen.
Saludos cariñosos. Hilda

Marta Salazar dijo...

es cierto, de eso se trata...

te acuerdas del papá de Little Miss Sunshine (que no me gustó para nada y no recomiendo la película)?

él decía que disculparse era signo de debilidad, lo que considero una verdadera tontería, disculparse es signo de grandeza!

a ver si los cristianos aprendemos un poco más de humildad, virtud sin la que no se llega a ninguna parte.

Entre paréntesis, la persona más humilde (y muy virtuosa) que he conocido el último tiempo, es un budista...

un abrazo!

Hilda dijo...

Hola Marta, no vi esa película. Coincido, disculparse es un signo de grandeza no de humillación.
Es que los cristianos debemos ejercer en la práctica los valores de nuestra fe, no deben quedar en el tintero, eso es algo que nos critican mucho los de otras religiones y con justa razón.
Un abrazo.Hilda

Marta Salazar dijo...

así es!