martes, 11 de septiembre de 2012

Exclusión social y humillación


Antes de devolver el libro "Schmerzgrenze" de Joachim Bauer, me gustaría compartir con Uds. una de sus conclusiones, relacionada con la educación y con la que estoy super de acuerdo.

Dice nuestro autor que la exclusión social y la humillación, tanto en la familia, como en el Kindergarten, en el colegio y en la vida laboral pueden ser un detonante de la violencia.

Aclara nuestro autor que, en la vida cotidiana, inevitablemente surgen conflictos. Es evidente -pienso yo- que esos conflictos hay que resolverlos y ensenar y aprender a resolverlos, son los conflictos irresolutos, aquellos que se enfrentan con exclusión, humillación y violencia, los que conducen a nuestros ninos precisamente a vivir y aprender la violencia...

En muchas familias, es habitual la violencia y no se dan cuenta que es precisamente este el semillero de la violencia posterior, de la violencia de sus hijos cuando son ya mayores.

Niños que crecen sin tener una persona que se ocupe de ellos y que les dé cariño, niños a quienes nadie les da el tiempo para estar con ellos, que experimentan desde pequeños la exclusión, niños abandonados, o que experimentan la violencia en sus vidas tendrán, en su vida futura una gran predisposición a la violencia y a la criminalidad.

El cariño, pertenece a la educación de los niños: una cariñosa dedicación a ellos , reglas claras de conducta, practicar habitualmente el ejercicio de retrasar el momento de satisfacer sus necesidades, de soportar la frustración.

Pero no sólo en la familia, también el Kindergarten y en el colegio son lugares donde los niños experimentan la exclusión social y la humillación (burlas, mobbing). También son estos, sitios donde se debe resolver los conflictos de acurdo al fair play. Esto es parte importante de la prevención de la violencia.

Sobre todo, hay que tener cuidado de que el niño caiga en el victimismo, que se auto-convierta en una víctima y que cultive este papel.

Una de las más importantes formas de resolver un conflicto, nos dice Bauer, es el perdón...

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